José Luis López Vázquez: se acabó el encierro

Por Silvia García Jerez

En el último post os dije que dejaba para más tarde el merecido homenaje que José Luis López Vázquez merecía y ahora que me toca escribir de nuevo voy a recordar a tan emblemática figura de nuestro cine. Y me centraré en lo que todo el mundo pareció recordar el día que murió: su mediometraje La cabina. Y lo hago porque nunca, y menos en una carrera dilatada como la de López Vázquez, se ha recordado un mediometraje en reportajes sobre la muerte de nadie. No es normal.

¿Qué tiene La cabina para haber fascinado de esa forma? Que con una simplicidad aplastante nos dejaba helados y sin ganas de entrar en una cabina telefónica nunca más. Y es que un hombre divisaba uno de esos trastos inofensivos y enormemente prácticos, en épocas previas al uso descontrolado de móviles en un parque y decide entrar a llamar. El pobre se arrepiente casi en el mismo momento, ya que comprueba que la cabina no funciona, así que trata de salir de ella, pero no puede. Se ha cerrado. Intenta abrirla. No puede. Está sellada. Van acudiendo distintos personajes del barrio para ayudarlo. Pero no pueden. Está cerrada a presión. Ni los bomberos pueden romper los cristales que la componen. La cabina y el hombre son uno. No hay salida. Al rato llega un camión que se lleva la cabina y los vecinos desean lo mejor al hombre atrapado. Los señores del camión lo sacarán. Seguro. Kilómetros y kilómetros son los que el pobre recorre de pie metido en tan estrecho lugar. Finalmente, y mientras la música ya innunda nuestros oídos, la cabina es puesta en el suelo en un oscuro almacén donde hay cientos y cientos de cabinas iguales con infortunados hombres que, deseperados ante la idea de no poder salir más, se han ido ahoracando con el cable y otros de los que ya sólo se aprecia el esqueleto. López Vázquez, destrozado, se va dejando caer caer caer…

Yo admito que soy de las que no hubiera entrado nunca más en una cabina. Y decidida estaba a cumplirlo cuando se cambiaron a las actuales, esas abiertas. Porque este mediometraje, de 50 minutos de duración, es una joya. Recuerdo a Antonio Mercero, uno de los guionistas, contar que caminaba por la Gran Vía madrileña y vio una imagen mental de cabinas con cadáveres y no pudo evitar llamar a José Luis Garci para contárselo. «Ya tengo el final», le dijo, «ahora sólo queda una historia que encaje» Y vaya si encajaron una historia. Como la del cine mudo: casi sin palabras, todo expresividad, todo intensidad, todo el horror del simbolismo de la situación que se vivía. Una obra maestra con mayúsculas protagonizada por un hombre que por fin pudo salir de su encierro, para terminar como en él.

Ver La cabina, de Antonio Mercero (1972)

2 Respuestas a “José Luis López Vázquez: se acabó el encierro

  1. Tienes toda la razón con respecto a lo curioso que es que se le recuerde sobre todo un mediometraje. A este paso, y salvo «Un hombre lobo americano en Londres» y «Granujas a todo ritmo», le va a pasar lo mismo a John Landis por «Thriller».

  2. Adiós Jose Luis
    Adiós López Vázquez
    Adiós gran Actor
    Adiós estandarte.

    Si no te marcharas
    y aquí tú siguieras,
    si no te escaparas
    y si tú pudieras
    ya en una cabina
    o dentro del alma
    podrías quedarte
    y así no se iría
    un trozo de arte.

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