Por Héctor Rodríguez
En 1993 el director de cine Steven Spielberg estaba recibiendo los honores de la crítica del celuloide por La lista de Schindler, cuando nos sorprendió con la más entretenida aventura sobre dinosaurios y desastres, basándose en la novela de Michael Crichton Parque Jurásico.
En aquella época todos quedamos fascinados por el mundo que el director ‘multitareas’ nos brindaba en la gran pantalla.Los efectos especiales nos deslumbraron y la recaudación por la película fue estratosférica: más de novecientos millones de dólares en todo el globo terrestre.
La historia nos mostraba un parque temático de dinosaurios, y como tal así lo vivimos, cuando los protas de la peli llegan a la isla de John Hammond, creador del Parque Jurásico. Producía un placer visual observar a mansos dinosaurios, vegetarianos y cariñosos. Sin embargo, la película nos mostró una práctica de la frase ‘el que juega con fuego…’ , porque además de crear agradables mastodontes, el magnate de la atracción dio posibilidad a que los más feroces monstruos robaran el protagonismo a los dóciles (todos recordamos a los velocirraptores). Esto ocurría cuando el T-Rex paseaba por la aventura de Spielberg:
Los críticos de élite no comen palomitas 
Sí, no deja de ser curioso que mucha gente opusiera esta película como el «mal» Spielberg frente al «serio», el de «La lista de Schindler». ¡Anda que no le dio estopa la crítica a «Parque Jurásico», y ahora es todo un clásico!
que sea un clásico no quiere decir que sea buena…
Porque sé que no quieres decir lo que parece que quieres decir, que si no…
Toda una lección de ética y filosofía, la película. No como La lista de Schindler esa. Nos enseña que no se puede crear dinosaurios así omo así, sin cuidado.