Se lleva lo «reloaded»

Con esas pintas, ¿cómo negar que estaban pidiendo a gritos un "reloaded"?

Por Miguel A. Delgado

Ya no basta con hacer remakes: ahora hay que reiniciar las series. Con los clásicos ya más que sobrexplotados (es un decir, claro, porque siguen siendo un pozo sin fondo) y con el índice de nuevas versiones alcanzando cotas de saturación (por supuesto otra exageración, porque no ha dejado de haberlos en ningún momento, se diga lo que se diga), sí que es cierto que hay una nueva tendencia establecida: el resetear, o reiniciar, las sagas.

Como en todo, fue George Lucas el que se adelantó a su tiempo, ofreciéndonos una segunda trilogía de Star Wars que, en realidad, se convirtió en la primera (bueno, sea como sea el lío, lo único que importa de verdad es que, ocupe el lugar que ocupe, lo único cierto es que era totalmente prescindible). Y lo más curioso es que la idea de empezar de nuevo una serie de películas que retomaran desde el principio a unos personajes ya bien conocidos por el público, que sobre el papel podría parecer un poco loca, ha funcionado en más casos de los esperados.

Así, hemos seguido, con diferente intensidad, el conocido y mercadotécnico proceso de advertir que algún director (preferiblemente un joven talento, rompedor y con visión fresca, y que a poder ser haya hecho algo raro antes) se disponía a meter mano en alguna saga para reinterpretarla en un registro más acorde con los tiempos que corren, con el correspondiente grito en el cielo de unos fans que luego, en general, aplauden el resultado: ocurrió al reconvertir a James Bond en un rubio y adusto mocetón, al emprenderla J. J. Abrams con Star Trek, o con Christopher Nolan y su aproximación a Batman.

Claro que no todas estas operaciones han funcionado como se esperaba; así, no hay más que destacar el flojo resultado de la paupérrima X-Men orígenes: Lobezno, o que el reinicio de Hulk, apenas un lustro después de la primera, tampoco haya sido de traca. Hay que reconocer que esto de recomenzar sagas no deja de ser algo muy socorrido en el mundo de los cómics, única manera de que los superhéroes puedan seguir teniendo cosas que decir décadas después de su creación, cuando tantas cosas han cambiado en el mundo.

También en esto, un visionario

Pero estos relativos pinchazos de la Marvel quizá no sean la mejor garantía de éxito para su estrategia de ir tejiendo una red de películas con puntos en común entre ellas, una reproducción king size de lo que cada semana son capaces de hacer en el quiosco.

Así las cosas, no debería extrañarnos que, precisamente, uno de los mayores pinchazos haya sido el del otrora niño prodigio Bryan Singer con Superman. Y es que, a estas alturas, ¿a quién se le ocurre venir con una cinta tan aburridamente clásica como era la suya? Aunque, bien mirado, quizá sea el único, visto lo visto, que ha sido verdaderamente revolucionario…