Sólo quedan tres días para que acabe el año y no son pocos los que esperan que con él se queden atrás muchos de los problemas, tragos amargos y malas costumbres que han poblado el ya agonizante 2009. Hay cierta tendencia a pensar que el uno de enero nos brindará la oportunidad de reconstruir algunas facetas de nuestras vidas desde los cimientos. También son muchos los que quieren despedir los viejos fantasmas y recibir los nuevos tiempos con grandes celebraciones tras ingerir o atragantarse con la última uva. Aunque la crisis parece haber disminuido las despilfarradoras fiestas de nochevieja en un 80 %, la gran mayoría no se priva de una tremenda comilona y una gran celebración en casa, con amigos o familiares. Pero supongamos lo siguiente: somos nuevos en la ciudad y acabamos de pasar el peor año de nuestra vida.
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