Por Miguel A. Delgado
Sí, pero que no cunda el pánico: Boris es mi felino particular, y siempre lo seguirá siendo. Pero no me importaría tener en casa también una figura del gato de Los mundos de Coraline, la extraordinaria cinta de Henry Selick que, entre sus muchos méritos, tiene uno que no es baladí: el haber servido para que mucha gente descubriera que tras la genialidad de Pesadilla antes de Navidad no sólo se ocultaba la creatividad de Tim Burton, sino el prodigio de uno de los pocos que han seguido creyendo en el stop motion tras el huracán que han supuesto las técnicas digitales.