El viernes se abrió la puerta a un nuevo mundo. Así, como lo leéis. James Cameron estrenó Avatar y dejó atrás todo cuanto conocemos en el mundo del cine. Siendo muy mala diría que lo primero que se deja es el guión en el coche, pero no se trata de exponer los defectos nada más llegar, porque entre otras razones parece que me sitúo de nuevo frente al mundo en eso de no estar de acuerdo con los demás en mi opinión sobre una película. Vale, yo me he aburrido y los demás no. Pero mejor para ellos.
La historia que cuenta James Cameron en el trabajo que le sigue a Titanic… sí, no había hecho nada desde entonces salvo investigar para desarrollar la tecnología que le permitiera realizar Avatar en condiciones, es la de la humanidad: delirios de grandeza del hombre, miedo a lo desconocido, ataque a cuanto supone una amenaza… todo ello en tres horas larguísimas, interminables, innecesarias. Y lo digo con pena porque a mí Cameron me encanta, creo que ha hecho películas realmente entretenidas, como Terminator o Aliens, el regreso, auténticos clásicos del género que me atrevería a calificar de obras maestras. No diré públicamente que Titanic también lo es porque más de uno me retirará la palabra, pero sí admito que hoy en día me sigue gustando mucho.
Y aplaudo Avatar. Me aburre, sí. De hecho creo que cuando lo que te gusta de una película es su banda sonora es que muy buena no te parece. Pero aquí eso queda al margen. Porque Cameron ha reinventado el cine. Sí, lo he hecho. La imagen y existía y el sonido llegó después, pero aquí ha logrado hacer la primera película con tecnología 3D que todos estábamos esperando ver. Repito que guión no tiene mucho, pero tampoco lo tenía la primera película de los hermanos Lumiére y todo el mundo estuvo de acuerdo en que nacía algo nuevo. En su momento se habló de atracción de feria. También Avatar lo es. Una atracción de feria carísima, pero es el mejor primer paso hacia una nueva concepción del cine. Un cine tridimensional en el que todo, las naves, los personajes, las hojas, los bichos, los mapas, los helicópteros, todo se ve tridimensional. Atrás queda el absurdo intento de Los mundos de Coraline. Este 3D sí es 3D. No sé cuántas películas más veremos así. Ni cuándo. Tal vez sea ya tarde para lograr que el público vuelva a las salas en lugar de que estas se cierren pero es innegable que lo que muchos queríamos ver ya lo tenemos delante. Y se lo debemos a ese señor egocéntrico según muchos de los que han trabajado con él, ese señor que después de ganar 11 Oscar sigue siendo el rey del mundo.
Estoy de acuerdo con esta crítica. Ayer he visto AVATAR en el cine y mis sensaciones coinciden con las descritas aquí. Es cierto que Cameron demostró con «Terminator 1 y 2», «Aliens, el regreso» y «Titanic» que sabe escribir buenos guiones, dirigirlos y montarlos rozando casi la perfección, explicando magníficamente cada situación y sabiendo captar en todo momento la atención del espectador a su antojo.
Pero en esta ocasión la tecnología que ha creado para AVATAR le ha desbordado, distrayéndole de la rudimentaria pero infalible máquina de escribir de toda la vida. Y la forma se ha comido al fondo por completo.
Yo, que también soy seguidor suyo, le voy a dar una tregua por esta vez. Compraré su edición especial en DVD con la esperanza de que haga una secuela más digna, cinematográficamente hablando, que le devuelva a la senda de su casi intachable trayectoria de director comercial de éxito. De hecho dirigir «buenas segundas partes» ha sido otro de los puntos fuertes que han forjado su carrera.