Por Silvia García Jerez
Hace un par de posts alababa las bondades del cine español, el nuestro, el que nos es cercano y con el que podemos identificarnos. En este me gustaría volver a defenderlo porque además hay motivos para ello. Es decir, las cifras hablan por sí solas y tanto el terror como el género histórico le han dado un empujón a nuestra cinematografía digno de ser comentado.
No sé quién va a escribir este año el guión de la gala de los otrora Goyas y hoy no tan conocidos pero sí llamados oficialmente Premios de la Academia, pero quien se ocupe de él deberá apuntar, y con énfasis, por favor, que este año el cine español recuperó espectadores. Desde que la gala anterior terminase pocos han sido los estrenos en comparación con el gran mercado americano, pero de esos escasos títulos, unos cuantos han barrido en taquilla, como Mentiras y gordas, Eskalofrío o Fuga de cerebros.
¿Qué ocurre entonces? ¿Los espectadores son vagos a la hora de ir al cine? Porque está claro que nuestras películas dan dinero y conectan con aquellos a quienes están dirigidas. Ya no es Santiago Segura la única garantía de éxito patrio, buena parte de la cantera televisiva española también puede arrastrar a gente a la gran pantalla y grandes directores, experimentados y noveles, nos están regalando joyas que están comprando fuera para rodar sus respectivos remakes.
Creo que por todo ello debemos apoyar un poco más nuestro cine. El arte, la música, la gastronomía, la ropa… cuántas cosas hechas aquí son aplaudidas sin ponerlas en duda. Excepto el cine. Ahí tampoco hay duda: se ha de atacar públicamente tanto si se ha visto como si no la película de la que se hable en cualquier reunión o conversación de bar que se precie. Forma parte de la cultura en la que hemos nacido, es dificil cambiarla, hacerse a la idea de que el nuestro es un tempo distinto, de que nuestras gentes y nuestra historia no son las de otros países y que nuestro día a día merece una oportunidad. Que tenemos algunos de los mejores directores, guionistas y actores del mundo, por no citar a los técnicos, gracias a quienes, en última instancia, podemos ver la pantalla llena de imágenes. Un cine aplaudido fuera de nuestras fronteras y deseado por muchos no debería ser motivo de ataque en propia puerta, sino motivo de orgullo.
Pingback: Mapa de Ramos » Blog Archive » The ugly truth: ¡Un yogur sin azúcar, por favor!