Por Silvia García Jerez
No sólo el musical es un género a recuperar. La industria se acuerda de él porque solía ser de los más premiados. Dramas y musicales se hacían con la noche más famosa del cine sin que títulos de diversa índole tuvieran cabida ni siquiera en las nominaciones y así no es fácil reivindicarlos porque en realidad, debían pensar, al público se le puede ofrecer muchas otras cosas, sobre todo comedias que, aunque no resultan sencillas de rodar y sus resultados no convencen a todos porque suelen utilizar más el humor grueso que el inteligente, la taquilla agradece la alegría que, estilos narrativos aparte, ofrece el género citado.
No sólo el musical es un género a recuperar, decía, sin nombrar a aquel al que quería referirme: la ciencia ficción. En décadas no muy lejanas las sagas Terminator, Alien o Depredador fueron motivo de aplauso por parte de los espectadores, y a medida que ha ido pasando el tiempo el número de cintas donde hubiera un elemento extraño en nuestro planeta o donde el hombre se introdujera en una atmósfera desconocida han menguado de forma considerable. Y también la calidad de las pocas que hemos tenido la oportunidad de ver.
Pero hay una honrosa excepción a esta… prefiero llamarla circunstancia: La niebla, de Frank Darabont. Basada en un relato de Stephen King por lo visto casi idéntico al guión que vemos en la pantalla grande, cuenta la historia de una niebla que un buen día aparece en un pueblecito donde vive gente de lo más normal, gente que será sometida, gracias a ese extraño elemento, a una convivencia en el supermercado de la zona, improvisado campamento con víveres y mosquitos más grandes de lo normal.
Parece la típica cinta de ciencia ficción, de acción y de bichos, pero no lo es. Frank Darabont, responsable de la sobrevalorada Cadena perpetua, nos mete en un microcosmos con gente desesperada que bien podríamos ser cualquiera de nosotros y nos sumerge en la mayor de las tensiones al enfrentarnos a lo desconocido, una nada que esconde muerte, una blancura que trae oscuridad. Y por si fuera poco el peligro desconocido, en el supermercado se esconde el peligro conocido, el de una mujer fanática religiosa interpretada por una Marcia Gay Harden que hiela la sangre a medida que sus creencias se van transmitiendo con más intensidad sin otra opción que apoyarlas. La ciencia ficción no merece nominaciones al Oscar y por eso Marcia no fue seleccionada. En su día, Sigourney Weaver lo logró al darle vida a Ripley por segunda vez, pero debió ser un desliz que no se ha repetido con facilidad. Y eso no es bueno, sobre todo porque ya no podrán premiarla por ese trabajo. Ni a la cinta en ninguna categoría, siendo lo grande que era. Muy grande, de hecho. No recuerdo ninguna otra del género en la que además de pasarlo bien, o sea tan mal como Darabont pretende que lo pasemos, haya llorado con su escalofriante final. Le costó al director mantenerlo, no es normal una dureza semejante en un largometraje, pero le honra haberla acabado de manera que nos resulte imborrable.
Lo único que no consiguió, al menos en nuestro país, fue que se estrenara en los cines como él la concibió: en blanco y negro. No están los tiempos para tentar más de lo debido a la piratería. Los excesos para el DVD.
Una lástima Thomas Jane, posiblemente el peor actor que he visto en décadas.
Darabont es genial llevando a la pantalla relatos de su amigo Stephen «te cagas» King ¿Quién es capaz de señalar a una persona a la que no le haya gustado «Cadena Perpetua»? Es una lástima que Lucas rechazase su guión de Indi 4 (cuando Spielberg ya había dicho que era el mejor borrador que había leído desde «El Arca Perdida»).
Coincido con Keko; y sin embargo, «La niebla» es una auténtica maravilla que entronca con lo mejor del género.
Eso sí: ¿»Cadena perpetua» sobrevalorada? No puedo estar menos de acuerdo… Aunque hay que reconocer que el principal mérito de «La niebla» es que, en ella, Darabont corrigió su tendencia al exceso y el subrayado, algo que echaba a perder una película tan prometedora, en un principio, como «La milla verde».
Y en cuanto al final de la que nos ocupa… ¿qué decir? Si no es uno de los mejores que hemos visto en mucho tiempo, poco le queda. Y conste que, al parecer, es un añadido sobre el original de King.
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