Por Belén del Hoyo
El cine español, desde sus inicios, siempre ha vivido con prejuicios. No sé si la falta de patriotismo tiene algo que ver pero lo cierto es que el principal calificativo de una película española es “una españolada más”. No sabemos valorar el buen cine, nos divierten las típicas comedias americanas cuyo argumento deja mucho que desear y no nos damos cuenta de que nuestra falta de cultura cinematográfica no deja avanzar a grandes cineastas ni a directores con gran talento. Ni que decir tienen los actores españoles tales como Penélope Cruz o Javier Bardem, que para que sean considerados y valorados en su propio país tienen que irse a Hollywood a triunfar, o ganar un Oscar, porque claro los Goya “son inferiores”.
¿Por qué no admitimos que el cine español ha evolucionado de tal manera que no tiene nada que envidiar al cine de otros países? Hemos podido disfrutar recientemente de fantásticas películas como Los girasoles ciegos de José Luis Cuerda, o Los abrazos rotos de nuestro querido Almodóvar y apenas han sido reconocidas por el público como se merecen. ¿De quién es la culpa? Abramos bien los ojos y consideremos al cine español, cuando lo merezca, no sólo un entretenimiento de masas, sino también un documento histórico y artístico de primer orden. Porque el cine también es arte.
Jo, cada vez que veo al Cinecito me pregunto: ¿de verdad puede haber una mascota más fea???
puede, puede… (aunque no recuerde ninguna!)