Lo-li-ta: viaje de tres pasos

lit

Por Clara Jiménez Cruz

«Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.» Así empieza la obra literaria de Vladimir Nabokov, declarándose de entrada sutil y delicada, suave, armoniosa, dulce.

Pero, a pesar de la maestría con la que Nabokov supo escribir Lolita, cuando escribió el guión de la película para Stanley Kubrick algo fue mal, y el resultado de ese algo es Lolita (1962). Para serles sinceros no es una mala película en sí: está bien rodada, se reconoce la huella de Kubrick, nos mantiene alerta, nos interesa, pero… El problema de base es que pierde la esencia de la novela y así, ¿qué verdadero interés tiene una historia que al fin y al cabo no nos transmite? Lolita es un libro del que se han dicho muchas cosas y no especialmente buenas, pero es necesario leerlo para de verdad apreciar su fondo: Lolita no es un libro sucio, Lolita es un libro que hace que el lector se sienta sucio.

Conforme el lector va pasándo las páginas, poco a poco se va dando cuenta de que se está sintiendo identificado con el profesor Humbert Humbert, es decir: también el lector es capaz de apreciar la belleza de una niña de 11 años, también el lector siente, también el lector cae en la trampa. Lo que ocurre es que Sue Lyon cuando interpreta a Lolita en la película de Kubrick no tiene 11 años, tiene 16, y eso es algo que, inevitablemente, por mucho mohínes y pucheros que haga, se nota. El simple hecho de que no seamos capaz de identificar a esa Sue con la infancia, sutil y delicada, suave, armoniosa, dulce, supone que como espectadores no entremos en la película igual que sí lo hacemos en el libro, y por lo tanto, que la historia muera.

No todo va a ser malo, y menos en una película de Kubrick (aunque de esta se haya dicho que sea de las peores, cosa que yo no comparto del todo), el profesor Humbert Humbert, interpretado por James Mason, es en parte un acierto, porque la cara de desconcierto la clava, y en parte un fallo, porque su sobreinterpretación nos lleva más que a sentirnos identificados con él a sentir cierto asco hacia su persona. Por otra parte la elección de Shelley Winters en el papel de Charlotte Haze es inmejorable: yo también me imaginé a una Mrs Haze así cuando leí el libro. Pero sin duda el broche de oro se lo lleva Peter Sellers en el papel de Clare Quilty, que nos hace reír, arrepentirnos y querer matarle todo al mismo tiempo.

Véanla , puede que disfruten con ella, pero, por favor, no dejen de leer el libro. Lolita, si se lee sin prejuicios, si dejamos que sus páginas llenen una mente en blanco, supone una experiencia vital que hace mirar el mundo de otro modo.

3 Respuestas a “Lo-li-ta: viaje de tres pasos

  1. Miguel A. Delgado

    No deja de ser significativo que hoy en día sería casi imposible publicar un libro como «Lolita», y no digamos hacer una película. La elección de Sue Lyon era inevitable, porque era totalmente imposible contar la historia con una Lolita como la descrita por Nabokov.

    De hecho, y por mucho que nos fastidie, era más fiel la «Lolita» de Adrian Lyne que la de Kubrick, y de hecho creo que era una película que no estaba nada mal. Y en lo que coinciden una y otra, y el libro, es lo inmensamente triste que es la historia.

    Por cierto: si tienes curiosidad, deberías echarle un vistazo al guión que hizo el propio Nabokov para Kubrick, y que finalmente éste rechazó. Y otro por cierto: no te creas que el caso de «Lolita» es único; francamente, ¿podría hoy rodarse una cinta como «Muerte en Venecia»?

    Un saludo!

  2. Aún no he leído el libro pero he de decir que la película me gusto… y mucho! Más que la de Lyne, aunque el señor Jeremy Irons haga una gran interpretación…

  3. Yo (intrusa, me temo que sí), de lejos, me quedo con la de Lyne. Y no porque considere esta una mala película, sino que simplemente no toca al espectador tan sensiblemente como lo hace el libro. Le falta «ese algo» que hace que te enamores y a la vez quieras acabar con Lolita.

    Además, yo recibí la lectura de una manera muy parecida a como Lyne la cuenta en su cinta, mucho más que la de Kubrick. Más traviesa, más inocente, más disparatada… Más niña. En definitiva, le falta el «juego» inintencionado.

    Un placer leer artículos así por estos lares.

    Saludos.

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